La vida es
un ajetreo sin fin. De aquí para allá y
de allá para acá. Apenas sacamos un poco
de tiempo para detenernos y coger un respiro de la dichosa monotonía. Nos pasamos la vida pensando en otros,
realizando veinte mil cosas a la vez que ni tomamos un chance para pensar en
nuestra persona. Está muy bien el que
siempre pensemos en los demás y estemos en todo momento dando la mano al más
necesitado ya que deja ver nuestra humildad y gran personalidad pero también
hay que sacar un ratito para relajarnos.
No todo
puede ser trabajo, pensar en los problemas, ni mucho menos estar para todos a
la misma vez. Es momento de pensar en
mí, de dedicarme tiempo y mimarte todo lo que yo quiera. Tal vez suene egoísta de mi parte hablar así
pero si no pienso en mí nadie más lo hará.
Es hora de sacar un tiempo largo para mí. Hay tantas cosas que quiero hacer y sé que
las iré cumpliendo en este tiempo que elegí junto a la mejor compañía de
todos: Yo.
Adoro mis
momentos de soledad porque puedo dejar libre esa alma que quiere conquistar el
mundo en un solo segundo. El tiempo para
mí es mi momento sagrado, mi instante de paz y la ocasión más perfecta para
aventurarme por la vida. Es momento de
establecer esos planes, metas y sueños futuros que tanto he querido hacer
realidad. Nada ni nadie va a impedir
este tiempo para mí porque este momento me hace feliz y es el que me ayuda a
mantener un balance de la rutina y lo extraordinario.
No pases
por la vida simplemente trabajando para vivir, aprovecha esos instantes que
Dios te da y conviértelos en tu tiempo más valioso.