Cada día es una bendición de la cual siempre debemos estar agradecidos. No todos los días serán buenos pero siempre hay algo positivo en cada uno de ellos. De lo positivo es que encontramos esas razones poderosas por las cuales seguir hacia adelante. Hay momentos en los que nos sentimos abatidos por las situaciones que nos pasan y hasta nos sentimos asfixiados de tanta negatividad que nos persigue. La desesperación se apodera de nosotros de una manera fuerte que hasta perdemos la Fe de que las cosas van a mejorar. Dejamos de orar y nos preguntamos el porqué de las adversidades. Las preguntas cada vez se quedan sin respuestas pues nos cegamos con tanto mal pensamiento y no vemos más allá de lo que tenemos enfrente.
La vida
consta de todo tipo de momentos y si Dios nos permite vivirlos es porque sabe
que tenemos el coraje necesario para enfrentarlos con gran determinación. Cuando tenemos esta situación difícil ya sea
una enfermedad que nos ronda a nosotros o a alguien cercano o tal vez un
problema grave miramos al cielo buscando respuestas de Dios pero al estar
faltos de Fe no vemos sus señales. El
tiempo transcurre a su paso y vemos que nada mejora y la respuesta es
sencilla: dejamos de creer y si no
tenemos Fe toda tormenta tardará en irse.
En momentos
como este y en todo instante de la vida debemos recurrir a nuestro amigo
fiel: Dios, Cuando buscamos a Dios para hablarle ya sea
en su Bendecida Casa o en nuestra habitación estamos creando esa conexión
espiritual que nos brinda inmediatamente paz y una estabilidad enorme en
nuestras vidas. De igual manera la Fe
aumenta sin cesar y al estar optimistas ante la vida los milagros suceden.
Los
milagros son esos sucesos que ocurren de manera inesperada cuando todo se ve
imposible. Son las consecuencias de
creerle a Dios en todo momento pues Él todo lo puede a través de su eterno amor
para con nosotros. Los milagros suceden,
a cada instante los vemos pasar y cuando los visualizamos de bien cerca nos
trastocan el alma de una manera demasiado especial que nos hacen cambiar totalmente
nuestra perspectiva hacia la vida. Nos
quedamos de manera sorprendida ante ellos porque no le encontramos una explicación
lógica pero sabemos que suceden por una hermosa razón. En definitiva, los milagros son las mejores
bendiciones que Dios nos puede brindar en cualquier momento de la vida.
Los
milagros suceden para las personas que creen en lo posible e imposible pues
aunque a veces dejemos de hacerlo al final las fuerzas de Dios nos reconfortan
y nos hacen volver a caminar en Fe. Cada
pequeño gesto constituye ya un milagro de vida pues en el amor está la base de
las cosas buenas. Los milagros llegan
por sí solos, así que no debemos desesperarnos ante nada pues sucederán en el
momento justo.
Jamás
dejemos de creer en ellos pues siempre serán la esperanza de que siempre hay
algo bueno por lo cual estar vivos y agradecidos.