Todos en algún momento de la vida hemos
pasado por una situación difícil, de esas que de un día para otro nos hacen
caer al abismo. Pensamos que jamás
veremos la luz del sol y los días dejan de tener el mismo sentido que le
teníamos antes de que comenzara la adversidad.
A veces le reclamamos a la vida del porqué tanto sufrimiento cuando en
verdad deberíamos pensar que toda situación tiene un para qué muy
poderoso. Cuando nos sentimos bloqueados
y sin dirección alguna Dios hace su trabajo de enviarnos a esos ángeles que nos
harán cambiar nuestra percepción hacia ese difícil momento. Cada una de esas personas llega a nuestra
vida de manera inesperada y con un solo propósito: el de brindarnos palabras de aliento para que
podamos recuperarnos del mal golpe.
No todos tenemos la misma suerte de tener a
nuestro lado a ese alguien que nos haga sonreír en medio de la tribulación, así
que debemos sentirnos bendecidos de que él/ella llegó a nuestras vidas en el
momento justo para levantarnos del suelo.
Qué bien se siente el que alguien nos diga en ese instante: “No estás sólo/a, yo estoy aquí contigo”
“Todo estará bien” y entre otros mensajes que edifican nuestra alma y nos
nutren de mucho amor y positivismo. Las
palabras de aliento no sólo hacen bien a la persona que está afectada sino que
también llena de mucha satisfacción a ese ángel guardián que nos acompaña. Las palabras de aliento se diseñaron para
tocar esos corazones que están heridos por la situación que haya sucedido. Con tan sólo escucharlas nuestra mente las
guarda de manera especial y en su momento volvemos a recordarlas hasta que un
día nos hacen entrar en completa razón.
Una palabra de aliento puede cambiar una
vida para un mejor futuro. Por más
caídos que podamos estar nunca dejemos de dar aliento al necesitado. Cada día seamos seres más humanos y ayudemos
al caído a salir de ese abismo al cual cayó precipitadamente. Hoy por ellos y mañana por nosotros. Mientras más ayudemos a las personas el mundo
será uno mejor.
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