La vida
está llena de momentos: unos más alegres
que otros pero de cada uno de ellos nos llevamos un recuerdo o una lección. Sabemos que los eventos positivos dejan
historias que recordaremos por siempre, los negativos solo dejan
cicatrices. Todos conocerán y entenderán
nuestras historias pero nadie sabe cuánto nos puede doler un
sufrimiento....cuánto sufre un corazón....cuántos días y noches hemos tenido
que llorar para que el alma se purifique....cuán fuerte nos puede marcar las
cicatrices. A esto era que quería llegar
en este escrito.
Las
cicatrices son producto de una herida causada por una prueba más del
destino. Cada una de ellas se puede
comparar con un rasguño: duele por un
tiempo pero ya cuando nos damos cuenta esa herida ha sanado del todo y logramos
continuar nuestro diario vivir sin contratiempos. Y voy más allá: aun estando heridos seguimos hacia adelante
con nuestros planes porque de eso se tratan las cicatrices: de poder vivir la vida normal aun teniendo
esa marca en nuestro ser. Cada cicatriz
es una muestra de los errores que hemos cometido en la vida. Representan una huella simbólica de cuán valientes
hemos sido para soportar todo el dolor que se nos viene encima.
Mis
cicatrices son las que muestran parte de mi sufrimiento pero mi voz es la que te
puede decir la verdadera historia que se esconde detrás de esa marca. Las mismas son parte de lo que soy, sin ellas
no sería la persona que ven hoy. Podrán
ser lo peor que nos pueda pasar pero hay que sentirse orgullosos de ellas
porque adquirimos la madurez y experiencia necesaria para no volver hacia
atrás. Una vez sanada esa cicatriz
debemos dejarla quieta porque reabrirla sería caer en un círculo vicioso....uno
del cual quizás se nos haga difícil encontrar la salida una vez entramos en
él. Al recuperarnos podemos notar que esto
es sinónimo de haber sobrevivido al dolor sin importar las circunstancias. De cada una de mis cicatrices saco
inspiración, palabras de aliento para quienes están pasando por lo mismo o algo
similar e inteligencia para entender el porqué de las cosas. Y en este caso en particular, gracias a mis
cicatrices logré producir este nuevo escrito que están leyendo ahora.
Como
conclusión, estas cicatrices hoy nos duelen muy fuerte y hasta nos deprimen
pero tengan por seguro que cuando en el futuro miremos hacia atrás veremos que
aunque siempre las recordaremos, simplemente no sentiremos nada de dolor. La razón para no sentir nada es porque la
mente y el corazón ya sanaron y ahora las cicatrices sólo constituyen un
recuerdo que guardamos en nuestro maletín de vida. Todos estamos exentos a sufrir y a cargar con
cicatrices: unas sanarán más rápido que
otras pero lo que sí es seguro es que se aprenden muchas cosas que antes para
nosotros eran desconocidas. A veces tenemos que pasar estos tragos amargos para entonces lograr aprender lo que
quizás no entenderíamos por las buenas.