¿Cuántas
veces nos ha tocado callar? En
definitiva los dedos de las manos no dan abasto para contarlas. Y es que el quedarnos en silencio resulta ser
el arma más poderosa para todo tipo de momentos. El callar puede ser nuestra mejor salvación
como también el comienzo de nuestra tumba. El callar nunca tiene un balance pues siempre
va a tomar uno de los extremos.
¿Y qué
sucede cuando el callar sucede a nuestro favor?
Definitivamente nos ahorramos tantos malos ratos, malos entendidos y
hasta en los casos más graves evitamos lastimar a quien más queremos. El callar algunas cosas es bueno cuando se
quiere tener nuestra vida en total privacidad pero ahora mi pregunta es: ¿Hasta dónde es sano callar? Eso depende hasta donde queramos llegar con
nuestro silencio. Hay límites para ello
y aunque queramos callarlo todo jamás podremos cumplir con ese objetivo. Tarde o temprano lo que no queramos decir se
descubre.
El callar
demasiado podrá ser una buena alternativa según nuestra mente pero también nos
pude empezar a matar. Cuando callamos de
más provocamos mucho daño y si esta situación involucra a una persona más aun
pues sin darnos cuenta empezamos a destrozarle su corazón. El callar a un nivel extremo nos llena de
tensiones, nos pone en un estado de ansiedad enorme y en ocasiones nos pone en
un punto en donde decir mentiras resulta ser nuestra mejor aliada para salir “airosos”. Cuando el callar nos domina por completo
significa que estamos en serios problemas pues pasaremos por un valle de
tormenta hasta que decidamos tomar control de la situación. ¿Y cuándo será que caeremos en cuenta? Tal vez hoy, tal vez mañana o tal vez nunca. Sólo la mente y el corazón tienen el poder
para ponerse de acuerdo y decidir el trayecto de nuestro silencio.
¿Hasta
dónde somos capaces de callar? La respuesta
allí la tenemos enfrente de nosotros al visualizar todo el silencio que hemos
aguardado.
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