La vida es toda una aventura llena de momentos que por una parte llenan nuestro corazón de grata felicidad y por otro lado, nos afectan directamente nuestro entorno. Estos últimos son los que nos ponen a prueba a cada rato y en algunos casos nos derrumban por completo. Cuando estamos en el suelo pensamos que no vamos a poder levantarnos. Sufrimos en gran medida que hasta nos llenamos de frustración y se nos olvida tener en cuenta que los malos momentos no duran para siempre. Cuando entramos en razón es que vemos la luz de la esperanza y comenzamos a dirigirnos hacia ella. Allí es que empieza nuestra transformación total.
Mi vida no ha sido perfecta ni tampoco pretendo que sea así. He reído hasta el cansancio pero también he llorado hasta quedar profundamente dormida. Los momentos de felicidad han sido pocos pues la adversidad me ha golpeado bien fuerte en estos últimos años. Recientemente tuve una caída difícil causada por el desamor. El ser que más amaba antes de irse mató mi corazón, un corazón que estaba lleno de amor, ilusiones y mucha energía para vivir una hermosa historia sin límites. Luego de esa desilusión ya nada quedaba de lo positivo que contagiaba al mundo que me rodeaba. Las primeras semanas fueron pasadas en estado de coma. El tiempo seguía pasando y nada cambiaba pues mi corazón aun no aceptaba la realidad. Ya luego recibí señales muy poderosas que me ayudaron a reaccionar. Al caer en tiempo tomé la decisión de recuperar mi vida, esa que tenía antes de que me rompieran el corazón.
De un momento a otro surgió mi renacer entre las cenizas. Quien diría que luego de un golpe tan fuerte me iba a levantar con un nuevo pensar. Sé que muchos estarían deseándome lo peor y otros estarían orando para que pudiera levantarme lo más pronto posible. Agradecida siempre de Dios que es mi fortaleza número uno para continuar esta travesía de muchos caminos llamada vida. La persona que ven hoy en día definitivamente es una muy distinta a la que estaba sufriendo por amor. Hoy renació una Yo dispuesta a amarse siempre a sí misma primero que nadie. Hoy me levanto con más fuerzas que nunca para aguantar todo lo que venga. Sé que lo sufrido no será lo último que viviré mas también sé que van a existir infinitos momentos de alegría.
Escribir todas estas letras no fue tarea sencilla pues la mente comienzó a hacer un viaje por todos esos momentos pero al ver que cada día me duele menos me deja ver que he crecido mucho y que el renacer fue uno muy exitoso. Dios sabe lo mucho que lloré y en recompensa me levantó para verme brillar ante todos los que pensaban que me hundiría más. Ya era tiempo de que se diera mi renacer, así que mundo aquí estoy.
