En el amor
hay espacio para todo tipo de sentimientos. Los que son positivos como el afecto, la
paciencia, la confianza, la comprensión entre otros nos abren puertas para una
relación sólida y duradera. En cambio,
los que son negativos como el odio, el rencor, los celos, el egoísmo entre
otros empiezan rápidamente a romper de raíz la base que construye una relación
fuerte. Si queremos que haya estabilidad
en la relación no debemos permitir que los sentimientos negativos se apoderen
de nuestro entorno porque terminarán convirtiendo en cenizas todo lo que en
este presente llamamos Amor. Entre los
sentimientos negativos mencionados a principios de este escrito quiero
enfatizar el del egoísmo.
Como bien dice
en el Libro El Desafío del Amor: El egoísmo es como una enfermedad que ahoga
nuestra capacidad de amar.” Si hay egoísmo
no hay amor sincero. Cuando uno ama de
verdad pone en prioridad todo lo del otro:
su vida, el amor que siente hacia nosotros, sus sueños, sus anhelos, en
fin, todo. Si una persona coloca sus intereses
y su vida antes de las necesidades de su pareja entonces está demostrándole
totalmente su egoísmo. Cuando le
prestamos atención a lo que nuestra pareja necesita demostramos un alto grado
de amor incondicional hacia nuestra alma gemela y por supuesto, una disposición
de siempre ayudar y hasta ceder de ser necesario.
El amor no
es egoísta, al contrario, es considerado y humilde hasta el final. El valor de la humildad nos hace grandes y le
demuestra a nuestro amor la calidad de persona que tiene a su lado. Pongamos siempre en primer lugar la felicidad
de nuestra pareja y de esta manera él/ella sentirá que es una persona muy
importante en nuestro vivir. Dejemos el
egoísmo afuera de nuestra historia de amor y demostremos que somos personas
capaces de hacer feliz a nuestro amor sin tener que recurrir a estos sentimientos
que hacen más daño que bienestar.
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