La vida nos
da la oportunidad de ir conociendo a muchas personas a lo largo del
trayecto. Algunas se quedan en nuestra
vida por un tiempo ilimitado, otras en cambio optan por marcharse en un momento
determinado de la vida. Todo ser humano
tiene un tiempo límite en nuestra historia. Los tiempos cambian a cada rato y las personas
también y por más que queramos tenerlas en nuestras vidas por la eternidad no
podemos hacer nada para retenerlas.
A veces nos
preguntamos el porqué de las cosas pero a través de los pasos que damos vamos
recibiendo las respuestas. El tiempo nos
da a conocer ante nuestros ojos las facetas de cada persona que se marcha de
nuestras vidas. Cuando creemos saberlo
todo nos enteramos de cosas que jamás imaginaríamos de alguien como él/ella. Y es que a pesar de que pensamos que conocemos
muy bien a los seres que nos rodean la realidad es que uno no termina de
conocer a las personas.
Todos tenemos
nuestro lado oculto, ese que se convierte en un arma de doble filo y que en
ocasiones sale a la luz para cambiar esa imagen buena que agradaba a simple
vista. Siempre va a existir ese algo que
nos sorprenderá a mitad del camino y nos hará ver el por qué hay que ser
cuidadosos a la hora de depositar nuestra confianza en alguien. Lo que a veces se ve como algo de ensueño puede
venir disfrazado de nuestra peor pesadilla.
Si los
seres humanos utilizáramos todo lo positivo a favor de todos no nos haríamos
tanto daño en este mundo. La sociedad en
que vivimos es una complicada y por ende, hay que vestirnos con el atuendo de
la transparencia en todo momento y en todo lugar para que nuestra personalidad
no quede en duda. Nunca terminaremos de
conocer a las personas pero procuremos que la imagen que se dé a conocer ante el
mundo sea la misma que se refleja en el interior de cada uno de nosotros.
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