El creer,
una virtud la cual se adquiere según vamos recorriendo el sendero de la
vida. Cuando empezamos a creer le
dejamos saber a la otra persona que confiamos plenamente en lo que está
diciendo. En algunas ocasiones se nos
hace difícil creer en sus palabras. Y la
razón por la cual sucede esto es porque con el paso del tiempo hemos sido
heridos por las distintas situaciones de la vida y por ende, dejamos de confiar
en lo que ellos nos dicen. Cuando
empezamos a volver a creer tendemos a ser cambiantes en nuestros pensamientos
de vez en cuando y hasta evaluamos tanto las palabras expresadas con tal de
estar seguros de que cada uno de ellos está diciendo la verdad. El tiempo será nuestro mejor aliado a la hora
de recuperar esa confianza perdida para así sanar las heridas que hayan quedado
en el camino.
Cuando
nuestra confianza hacia la otra persona va más allá de la palabra misma es
cuando podemos expresar abiertamente que estamos creyendo con el corazón. No es lo mismo decir solamente “Creo” que ver
esa acción reflejada al instante, hechos que sustenten las palabras expresadas. Cuando decidimos creer con el corazón nos
estamos arriesgando fuerte pues estamos diciendo Sí sabiendo que de vuelta
podamos recibir un No o hasta un silencio rotundo. Aun así vamos positivos hasta el final porque
cuando se cree con el corazón no tenemos miedo a nada, al contrario, tenemos
esa intuición o seguridad de estar siempre en lo cierto. Puede que algunas veces tengamos la razón
como en otras suceda lo contrario pero si no nos atrevemos a creer con el corazón
no lo vamos a poder descubrir.
Vamos a empezar
a creer con el corazón aun cuando no existan hechos que lo confirmen. Vamos a creer con el corazón aunque el mundo
esté en nuestra contra. Tengamos ese
valor de creer y luego ver hechas esas realidades. Si fallamos o estamos en lo cierto demostraremos
claramente que tenemos definido ese valor de poder creer sin tan siquiera ver. Dejemos de desconfiar de todo pues aunque
existan situaciones que nos dan lecciones hay otras en las cuales vale la pena
creer hasta con los ojos cerrados. El
tiempo dará la respuesta a nuestra interrogante de Creer o no con el corazón.
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