El
destino: lugar hacia donde queremos
llegar o más bien el futuro que tendrá nuestra historia. El destino de cada ser humano ya está trazado
para nosotros por Dios. Aún no sabemos
hacia dónde está encaminada nuestra historia pero el tiempo nos lo irá
revelando ante nuestros ojos. La
curiosidad y el miedo siempre están presentes para que nuestra mente empiece a
imaginar escenas pero hay que estar conscientes de que ese destino se dará en
su momento, así que debemos ser pacientes y estar listos para recibirlo.
A veces
nuestro destino se da tal y como lo visualizamos en nuestra mente, tal vez se
suscite de una manera difícil de entender y en otros casos simplemente puede
suceder de manera extraordinaria. Dios
obra por caminos misteriosos y es importante recalcar que algunos momentos de
ese destino son influenciados por Él en su tiempo. ¿Por qué es así? Es para que de esta forma veamos que el
destino puede ser lo que tanto deseamos como también puede manifestarse como
Dios lo tiene en sus planes. Si pudiera
describir el destino sería más o menos así:
radical pues tiene sus diversas maneras de expresarse. A veces nos suceden cosas en las cuales hemos
dicho la trillada frase: Son cosas del
destino porque así tenía que ser. Cabe
recalcar que el destino siempre se va a hacer valer ya sea para bien o para
mal. No importa de qué manera venga lo importante
es cuando llegue debemos aceptar esa voluntad que viene del cielo.
No hay
vuelta atrás, el destino es el destino.
Es quien dicta y marca las pautas de nuestra historia en todo
momento. Es el que le da el giro
inesperado a nuestros planes y hasta nos pone en desespero cuando ese destino
no se da como queremos. El destino es y
seguirá siendo nuestro futuro. Dejemos
que haga aparición en nuestras vidas y atrevámonos a entrar a él. Así sea para bien o para mal aventuremos ese
destino y que el mismo manifieste su huella en la historia de nuestras vidas.
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