Un día como
cualquier otro. Ninguna actividad en
especial simplemente vivir el día con todos sus momentos. Con el paso de las horas llega la noche y como
es costumbre me siento en mi habitación a meditar. La mente emprende un viaje imaginario del
cual en tan sólo segundos se visualiza todo lo vivido a lo largo de mi
caminar. No hago más que concentrarme en
disfrutar del recorrido y tu recuerdo aparece a mitad del viaje y en ese justo
momento es cuando la melancolía llega sin ninguna invitación.
Cuando
creía que todo estaba bien no era así.
Allí estaba nuevamente tu presencia la cual me hace bien porque te puedo
ver pero a la vez me hace caer en cuenta de que ya no estás a mi lado. Y esta historia se ha estado repitiendo en
algunas ocasiones durante el trayecto de mis días. Las heridas de tu ausencia ya están sanadas,
es sólo que al recordarte con tanto amor la melancolía llega al instante pero
yo sé que esto es algo pasajero.
Y es que
cuando la melancolía llega sin avisar nos pone en un estado anímico
cambiante. En unos momentos estamos
llenos de gran felicidad que nos olvidamos de las adversidades que nos
abruman. En cambio, hay otros días en
que estamos bien decaídos y hasta se nos quitan las ganas de vivir la vida a
plenitud. Las lágrimas llegan de la nada
y eso es porque el corazón aún está marcado por los sucesos del pasado. El corazón está impactado por los bonitos
recuerdos que se mantienen intactos pero que ya no causan ningún dolor al
revivirlos. Esta melancolía se debe más
bien a la falta de la presencia de ese ser a quien amamos pero que por
circunstancias del destino ya no volverá a estar en nuestros brazos.
La
melancolía ya forma parte habitual de mi vida así que cuando llega la recibo
pero no dejo que se apodere de mi entorno.
Mientras más rápido deje de pensarte más fácil será deshacerme de la
melancolía. Cuando la melancolía llega
ya sabe que su estancia en mi vida tiene una fecha de vencimiento. No me agobio, simplemente dejo que todo fluya al
natural y cuando menos me lo espere ya la melancolía de recordarte se habrá
desvanecido del todo.
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