Es un amor
que no empalaga, al contrario, es tan dulce que nos ata más a esa persona. Es un amor protector que nos defiende de la
tristeza. Es un amor que vemos tan fuerte
que pensamos que no se va desvanecer nunca.
Quedamos encantados con su forma de ser que no queremos despegarnos de
ellos. Extrañamos tanto su presencia que
lo mantenemos en el pensamiento. Pensamos
que él/ella será la persona con la cual compartiremos el resto de nuestras
vidas. Es el amor que siempre hemos soñado: uno puro y perfecto.
Nos damos
cuenta que es la persona equivocada porque vemos que las cosas no salen como
las pensábamos. Vemos cómo el destino se
encarga de separarnos de esa persona que amamos. Tratamos de imaginar una vida más allá de la
realidad que se está viviendo pero se nos hace imposible. Vemos que nuestra pieza no encaja en el
rompecabezas de su vida. Cuando
verdaderamente conocemos la vida de esta persona nos damos cuenta que merece
ser dejado en libertad. Cuando nos
percatamos de todo esto es cuando debemos razonar y dejar que sea feliz con la
persona correcta. No merecemos hacer
sufrir a las personas cuando el sentimiento no es compartido. Es mejor olvidarse de ese amor perfecto y
esperar a que llegue esa persona indicada que nos haga sentir el amor
verdadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario