Las
promesas….un acuerdo o pacto que hacemos en ciertas situaciones o momentos de
la vida. Es un acto en el cual ponemos
en juego nuestra confianza y credibilidad.
Una promesa sincera y cumplida equivale a un grado de valor y respeto
hacia esa persona….el valor llega cuando se aprecia por completo la promesa que
se va a hacer y el respeto se gana cuando se cumple con lo prometido. Es sencillo prometer lo más complicado es
cumplirlo.…y voy más allá, es preguntarnos si en verdad estamos conscientes de
lo que implica prometer….
Prometer no
es simplemente decir: Sí, lo voy a hacer y ya, es internalizar
en nuestra mente el compromiso que estamos haciendo desde ese momento hasta el
día en que se cumple la promesa. Es
demostrar mediante nuestras acciones que todo lo jurado se cumplirá a
cabalidad. A veces las promesas se caen
porque no hay el compromiso de cumplirlas.
Si desde el principio sabemos que no estamos dispuestos a cumplir
entonces, no dejemos las promesas al aire y mejor digamos de una vez: No te
puedo prometer eso porque sé que no voy a cumplir. Es mejor desde el inicio dejarlo claro que tener
que inventar tantas mentiras para que al final muchas personas puedan salir
heridas. Al no cumplir debemos siempre
asumir las consecuencias de nuestros actos.
Cuando
prometamos algo hagámoslo de corazón.
Prometamos con consciencia que cumpliremos con la petición. Prometamos de verdad con el fin de demostrar
nuestra lealtad. Prometamos si estamos
dispuestos y no porque sea obligación.
Una vez prometamos cumplamos con sinceridad y por amor a las personas
que están envueltas. Cumplamos como si
el mundo entero dependiera de esa promesa.
Cumplamos como si fuera lo último que fuésemos a hacer en la vida.
Recuerda: “Las
promesas sinceras son sinónimo de la persona que eres y de lo que reflejas al
mundo.” ysm
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