Como dice
muy bien la canción de Celia Cruz (que en paz descanse): “No hay que llorar que la vida es un carnaval….” Con esto en mente así mismo nosotros debemos ver
la vida. Alegría, disfrute y celebración
son algunas de las características que describen lo que es verdaderamente
vivir. Me puse a meditar todo lo que
llega a mi mente cuando veo la palabra carnaval y el resultado es extremadamente
impresionante. Así de sorprendidos
deberíamos estar nosotros con la vida porque si estamos vivos es con un
propósito poderoso que a través del tiempo iremos descubriendo. En este escrito les compartiré algunas de
esas ideas y palabras para que vean el por qué pienso que la vida es un
carnaval.
La vida es
toda una fiesta: es celebrar cada día la
maravillosa bendición de estar vivos. Es
saber que llegamos a este mundo con un motivo que vamos a cumplir según
recorremos la travesía llamada vida. Es
tener la certeza de que llenaremos nuestros días de vibrantes colores que
opacarán las tristezas del alma. Hay que
sentir la energía positiva en nuestras venas y en el corazón porque de eso se
trata la vida y los carnavales: de vivir
y percibirlo todo independientemente sea positivo o negativo. Sabemos que tanto en el carnaval como en la
vida diaria siempre suceden momentos inesperados los cuales ponen a prueba nuestro
intelecto y reacciones. La lección que aprendemos
es que debemos atesorar todo instante que se nos presenta y usar para nuestro beneficio
todas esas experiencias vividas.
Para
disfrutar de un buen carnaval debemos hacerlo en grata compañía para que los
recuerdos adquieran un mayor valor.
Bailemos al ritmo de la música, dejemos en la pista nuestras buenas
vibras y vamos a pisotear todas esas penas y dolores. Disfracemos la tristeza en trajes de alegría
y dejemos lucir esos hermosos colores que avivan el mundo en que estamos
viviendo. Cantemos para alegrar el alma
y apasionémonos por el momento olvidándonos de todo lo que nos hace daño. Sintamos cómo el corazón se llena de energía
para seguir disfrutando la vida a plenitud.
Saquemos de nuestro interior ese brillo natural para dejarlo plasmado en
cada rincón del carnaval de la vida. De
que existirán momentos en que haya tropiezos pues sí, eso es algo inevitable
pero lo importante es saber levantarse y continuar disfrutando del tremendo
festín que Dios nos pone a disposición cada día. La vida tiene mucha comparativa con el
carnaval. Si aplicáramos estas asimilaciones
nuestro vivir sería uno totalmente distinto:
viviríamos con más entrega y serían menos los momentos de dolor porque enfocaríamos
nuestras energías en la pegajosa música y en ser única y exclusivamente
felices.
La vida es
como el carnaval: solo se vive de manera
única y no hay espacio para repeticiones.
Valoremos nuestra estancia en el carnaval de la vida antes de que
termine la fiesta y nos quedemos sin haber disfrutado de todo lo que este magistral
evento nos ofrece.
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