Los días van pasando a su manera y a cada mañana me levanto con una sonrisa más poderosa que la del día anterior. Sin duda alguna esa repetida frase que dice El tiempo sana las heridas es una muy acertada. El tiempo pasa y me duele menos todo lo vivido junto a ese ser que amaba con toda mi alma. Se quedaron atrás todos esos dolores del pasado que me martirizaban a cada momento del día y no me dejaban dormir en la noche. Y es que cuando uno está decidido a levantarse la sonrisa comienza a resplandecer desde el interior para luego mostrarla al mundo y por consecuente, queda sepultada la tristeza para siempre.
La vida es descrita como una serie de procesos: unos días estamos alegres y de pronto podemos caer abatidos al suelo y viceversa. Cuando las heridas están bien recientes lloramos y no paramos de hacerlo. El tiempo se encarga de transformar nuestros días en una total pesadilla. Así me pasó a mí hace un tiempo atrás. Mi historia de amor se terminó convirtiendo en mi peor calvario. Fueron días y noches en el valle de la desolación deseando que todo fuera un sueño del cual despertaría y encontraría esa realidad que básicamente está ya desvanecida. Gracias al tiempo fui viendo las respuestas a todas mis preguntas y la mente empezaba a razonar el porqué no podía seguir siendo una historia de amor duradera. Allí entendí que ya no debía seguir derramando lágrimas sino que debía levantarme firme para así comenzar a sonreírle a la vida.
No ha sido fácil salir de ese túnel pues cuando se ama de verdad se sufre la separación pero poco a poco el corazón ha ido cicatrizando. Aún estaré débil pero camino por la vida a paso fuerte pues ya me duele menos su ausencia. Los recuerdos ya no causan tantos estragos en mi vida porque he aprendido a olvidar lo que no me hace bien y a dejar vivo lo que sí vale oro. El mencionar tu nombre ya no es un acontecimiento revolucionario sino más bien es hablar de ti como una persona más que forma parte de mi vida. Ya no te extraño ni mucho menos le deseo a las estrellas el volverte a ver. Que el destino se encargue de volvernos a encontrar si está previsto en los planes de Dios. Me siento tranquila conmigo misma pues di todo lo que pude dar sin dejar de ser yo y aunque no haya funcionado sigo en pie de lucha. Aparte me siento feliz porque cada día que pasa me duele menos. La etapa de sufrir por ti por fin se acabó. Ahora es mi momento de ser feliz y claro, siempre deseándote lo mejor.
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