La vida es una total aventura la cual nosotros emprendemos con total locura y hacemos de ella un camino de huellas duraderas. Nos montamos en la montaña rusa de la vida teniendo en nuestro andar momentos que nos sacan el grito de la felicidad y otro que realmente nos causan miedos e inquietudes y hasta un paseo amargo. Una vez estemos montados somos los guías de nuestro propio recorrido y no podemos echarnos para atrás.
La vida no es como la pintan en las novelas o en los libros de cuentos. La vida es imperfecta así como lo somos nosotros mismos a través de nuestro andar pero a pesar de ello todo obra para un bien. Dios nos ha elegido especialmente a cada uno de nosotros para que vivamos esta vida que nos ha regalado. A través de su palabra nos ha enseñado que la vida viene con sus sinsabores, de esos que hasta nos dejan sin ganas de continuar. Aun así también nos muestra que vale la pena vivirla a plenitud sin importar adversidades que se avecinen. Todo sucede con un propósito, una razón de ser. No nos cuestionemos por qué sino para qué nos sirve esta etapa que estamos viviendo. Quizás hoy no entendamos el por qué de muchas cosas pero el tiempo nos va dando poco a poco las respuestas a esas preguntas. Así que no importa cuán malos sean nuestros tiempos pues si desde un principio confiamos en que todo obrará para un bien así se hará valer. Es cuestión de no perder la Fe, mantenerse siempre optimistas y emprender esa montaña rusa que nos lleva hacia la cúspide del éxito y las bendiciones.
Todo obra para un bien por más dificultades que puedan existir a nuestro alrededor. La sonrisa debe ser siempre más fuerte que nuestros problemas. Cada día demostremos que Dios nos brinda su amor incondicional y que siempre obrará para el bien de nosotros. Vivamos esta vida siendo fuertes en las pruebas y disfrutando de los grandes momentos que se nos presenten antes de que el recorrido de la montaña rusa de la vida termine.
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