Todos tenemos una anécdota que contar. Memorias que a través del tiempo van saliendo a relucir. Momentos que siempre se esparcen en el aire y que a su vez se convierten en los mejores recuerdos de nuestro vivir. Todo momento de la vida esconde una historia o enseñanza. Las anécdotas del pasado traen consigo recuerdos del ayer de esos seres que quizás ya no están con nosotros y que aun recordamos con amor. Cada una de estas personas ha sembrado en nosotros una huella imborrable en el corazón. Las anécdotas también pueden ser recuerdos de nuestro pasado que ya han quedado plasmados en nuestras vidas para simplemente dejarlos brillar por el resto de la eternidad.
Nada mejor que escuchar esas historias y recrear en la mente esas escenas que en esa etapa dieron un giro radical al caminar del protagonista. Es como viajar en el tiempo sin dejar de lado nuestro presente. Imaginar que estamos allí visualizando la escena del personaje o si fue nuestro recuerdo ejerciendo el rol de la historia. No podemos evitar reírnos hasta casi llorar porque esa es la idea de las anécdotas del pasado: disfrutarnos esa historia como si estuviera pasando en el momento. Y no puede faltar una buena compañía para gozar de cada cuento escuchado. Eso es esencial para que el momento sea uno más divertido. Los mayores placeres de la vida siempre se dan junto a las personas que más amamos porque así es que tiene que ser. A veces se da el caso en que una anécdota del pasado nos hace recordar un momento del presente. En definitiva esto desencadena un mar de risas sin parar que culminará con otro momento que quedará intacto por siempre. El tiempo va a su paso y sin detenerse pero de igual manera uno se entretiene escuchando cada una de las historias hasta que termine el día. Instantes como el de hoy son los que nos hacen amar la vida como nunca antes, valorar las cosas que nos pasan y a las personas que han sido parte de la historia.
Recordar es vivir. Lo que quizás en ese presente era lo más vergonzoso ahora es lo más gracioso que recordarán de nuestros pasos. Memorias que siempre serán importantes para todos porque muestran parte de nuestro caminar o del legado que dejaron nuestros antepasados para entonces nosotros darle vida. Hay que brindar por esos recuerdos porque son momentos que tenemos a nuestro alcance y que se deben atesorar como una de las cosas más valiosas de nuestro ser. La vida hay que vivirla y por ende, crear ese tipo de instantes desde ahora para que en un futuro siempre tengamos una anécdota que contar.
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