Vida de escritores:
todo un mundo mágico que desata la profunda expresión de las
palabras. Toda persona que ama la
escritura se envuelve profundamente en lo que escribe ya que de esta manera
atrae fácilmente a sus lectores. Y es
que un escritor apasionado de primera instancia se vive en carne propia lo que
escribe. Es un momento especial en donde
no hay palabras para explicar esta hermosa sensación que recorre nuestras venas
y a su vez nos hace libres.
No es tarea fácil analizar cada idea y plasmarlas al
instante en el papel. Todo esto conlleva
un proceso en el cual el escritor le dedica tiempo a cada uno de esos
pensamientos que cruzan por su mente para redactar una maravillosa creación. Un escritor apasionado deja que las palabras
se manifiesten al natural porque de esta manera se puede reflejar la realidad
tal cual es. En ese lapso de tiempo la
mente vuela, hay espacio para todo tipo de escenas y el momento se torna más
intenso cuando las podemos vivir en su totalidad. Hay que adentrarse en la historia y hacerla
nuestra aunque en algunos casos no lo sea.
Un escritor apasionado se entrega en cuerpo y alma en cada pieza porque
las palabras expresadas son pura vida. Cada
escrito tiene su historia y por ende, el toque de inspiración único hace de
nuestras letras una valiosa pieza de colección.
Como escritora apasionada que soy les puedo decir que
no es fácil transformar una historia en palabras pero cada día dejo en ellas un
pedacito de mí porque los lectores merecen lo mejor en contenido. La satisfacción más grande que recibo es el
apoyo de todas esas personas que toman unos minutos de su apretada agenda para
leer los mensajes que llevan cada uno de esos escritos. Sin duda alguna escribir es un arte, es una
magia que le da vida a nuestras historias y nos llena de hermosas emociones que
jamás serán borradas. Cuando uno ama lo
que hace encontramos esa pasión única que nos llena de motivación para
continuar en ello. Cuando hay pasión en
nuestras venas no hay quien nos detenga.
La escritura lo es todo para mí....TODO.
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