El
miedo: sentimiento que nunca pasa de
moda pues siempre ha estado allí para hacer su trabajo. Es un detonante peligroso que en algún
momento de la vida nos ha tocado vivir en carne propia. Tarde o temprano a todos nos ha dado por
temerle a algo que nos pueda pasar o a alguien que nos ha hecho sufrir en el
pasado. Algunas personas sienten más
miedo que otras pero al fin y al cabo siempre tendremos un poco de nervios a
las cosas que la vida nos ponga en el camino.
¿Está bien sentir miedo? Desde mi
punto de vista como escritora existen algunas variantes. Es bueno sentir miedo hasta cierto punto pues
los podemos usar para nuestro beneficio.
La vida se basa en muchos procesos y por ende, somos seres cambiantes,
capaces de sentir y manejar todo tipo de emociones sin importar el momento ni
el lugar. Ya cuando este sentimiento nos
domina de una manera que está fuera de nuestro control entonces podemos decir
que somos esclavos del miedo.
En muchos
momentos de mi vida me ha tocado ser esclava del miedo. Estar en esa posición no es nada fácil pues
la duda se convierte en la protagonista de esos instantes y termina robando el
gozo de los momentos de felicidad. Ser
esclava del miedo me ha transformado en muchas ocasiones en una persona que no
soy. El disfraz de las dudas se posa
sobre nosotros y hasta que no ejerzamos control sobre el mismo no podremos
hacer absolutamente nada. El miedo nos
separa de esos seres a quienes le tenemos afecto y no nos permiten disfrutar a
plenitud de nuestras pasiones. Ha
llegado a ser un arma mortal que me ha mantenido estática en muchas etapas de
mi vida. Gracias a él he perdido
oportunidades muy valiosas que jamás volverán y que tal vez serán difíciles de
enmendar. La vida va y el miedo anda en
nuestra maleta dejando una carga pesada en nuestros hombros.
Todavía
existen esos momentos en que el miedo me aprisiona de manera profunda hasta el
punto de dominarme pero siempre busco la manera de liberarme de él. Así me cueste salir de la cárcel de las dudas
nunca me daré por vencida. Cada día es
una lucha constante entre la persona que soy y la que quiero llegar a ser pero
que aún no quiere darse a conocer. La
mente y el corazón dan la batalla hasta el final para ver si le pueden ganar al
miedo. Las emociones se alteran en gran
medida pero de esto aprendemos a manejarlas para que así nuestro bienestar no
se termine afectando más de la cuenta.
La lucha es una incansable y por lo tanto, hay que vestirnos de
paciencia y determinación para ganarle al temido miedo.
En etapas
como estas es que uno se da cuenta que la felicidad puede ser muy corta como
también la más duradera según la actitud que asumamos ante el panorama que se
nos presenta. El miedo nos podrá
acobardar del todo pero si lo usamos a nuestro favor lograremos triunfar en la
vida. Los pasos quedarán llenos de
brillo y el miedo se desvanecerá en el aire para jamás volver. Utilicemos al tiempo como nuestro fiel aliado
y a nuestros pensamientos positivos como guía para así armarnos de valentía y
emprender vuelo hacia la destrucción de estas inseguridades que nos han
convertido en esclavos del miedo.
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