La distancia: amiga de muchos y a la vez enemiga de otros tantos. Sin uno darse cuenta el mundo conspira en contra y de pronto nos encontramos con ella de frente. Se pierde la cuenta de los kilómetros que separan a dos seres que se tienen un bonito cariño o que simplemente pasaron por un momento difícil y ya todo cambió entre ellos. A veces pensamos que la vida es injusta pero la realidad es que mayormente este tipo de situaciones pasan porque tienen que pasar. El destino está escrito y eso nada ni nadie lo puede cambiar. Cuando suceden las cosas tenemos que aceptarlas como vengan así no estemos de acuerdo con la decisión.
En definitiva la distancia es algo compleja de explicar y se desarrolla de manera distinta en la vida de cada persona. A todos nos ha tocado sentirla en carne propia ya sea por la lejanía de un familiar, amigo o alma gemela. El destino nos pone a prueba jugando con nuestros sentimientos para ver cómo actuamos ante este nuevo cambio. La actitud que poseemos ante la distancia es determinante para nuestra salud ya que la misma nos puede afectar en gran medida o simplemente la vemos como algo normal que nos tenía que suceder en algún momento de la vida. La separación entre dos seres tiene sus múltiples variantes. Por eso hay que mirar el aspecto de los kilómetros desde todos los ángulos posibles para así entender lo fácil o difícil que puede ser el adaptarse a dicha distancia.
En la parte negativa nos pone a pensar en todos esos kilómetros que se quedan en medio de nosotros y esa persona que tanto extrañamos. Los días se convierten en una gran eternidad. Vemos que ya nada es lo mismo porque nos acostumbramos a tener siempre ese contacto cercano con él o ella. Al no tenerlo/a cerca nuestro mundo es de total desolación. El amor se vuelve un sufrimiento largo ya que no tenemos a esa persona para expresárselo. En el día estamos en total melancolía y las noches se vuelven toda una travesía a la hora de conciliar el sueño ya que se nos hace difícil aceptar que esa persona está a bastantes kilómetros de distancia. El corazón ya tiene un vacío que sufre a cada instante. Llora por esa distancia que separa dos cuerpos que se quieren ver y que por razones del destino no se puede. La vida te puede cambiar en tan solo segundos y cuando no estamos preparados para una situación así tendemos a ver las cosas desde este plano.
Por otro lado la distancia no es tan mala después de todo. A veces la necesitamos no para saber cuántos kilómetros hay entre nosotros y esos seres que amamos sino para valorar la ausencia de esas personas, para pensarlos más y para amarlos más. También tiene la variante de ayudar a sanar heridas. Me explico, a veces la distancia es necesaria para alejarnos de personas que han causado daño en nuestra vida. No es fácil distanciarse de ese ser que nos dio felicidad en su momento pero si nos ponemos a pesar los pros y contras veremos que la balanza lo dice todo. En este tipo de caso es importante alejarse de esas personas que no componen nada para nuestro bienestar. Al principio duele pero con el tiempo nos daremos cuenta que tomamos la decisión correcta.
Sea el caso particular de cada uno de nosotros debemos recordar que la distancia trae consigo unos kilómetros que nos separan de esos seres pero dichos kilómetros son solo números. Cada uno de nosotros es quien le da el significado. Aparte, nosotros somos los que tenemos la facultad de decidir si queremos valorar esa distancia en honor a ese ser amado o simplemente vivir con ella porque es lo mejor que pudo haber pasado para dejar atrás a quien nos hizo daño.
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