La vida es
un largo camino que va abriendo paso según vamos dejando marcadas nuestras
huellas. Cada día vamos haciendo
historia mientras pisamos firme y dirigimos nuestra mirada hacia adelante. En algunas ocasiones cada paso que damos se
convierte en un logro alcanzado y en otras hasta un acercamiento a la cima del
éxito y las bendiciones. El tiempo no se
detiene por nada ni por nadie. Nosotros
somos quienes tenemos el control de ese reloj para poder hacer realidad todo lo
que se pueda.
Cada
momento de la vida requiere de una decisión, algo que instantáneamente cambia
nuestro rumbo y nuestra historia.
Algunas decisiones nos salen bien sin pensarlas pero en cambio hay
momentos de la vida en que las decisiones son más complejas y nos provocan
tensión. La confusión nos ataca y hasta los
pensamientos comienzan a enfrentarse entre ellos. Cuando la tensión es mucha es justo y
necesario detenerse a mitad del camino.
A veces nos
sentimos mal porque pensamos que detenernos es símbolo de debilidad pero en eso
estamos totalmente equivocados. Esto no
es señal de que hemos echado a perder lo realizado ni mucho menos la perdida de
una batalla, simplemente necesitábamos tomarnos un tiempo para pensar. Detenerse siempre es bueno porque nos ayuda a
autoanalizarnos. Todos los pensamientos
se manifiestan para luego ponerse en orden.
En ese instante vemos de dónde venimos y hacia dónde vamos, qué queremos
en la vida y qué haremos para llegar hacia ello. Se pueden hacer una o varias paradas dentro
de nuestra aventura pero teniendo en cuenta que lo primordial es no quedarse
estancado más del tiempo establecido. No
existe nada de negativo el detenerse a mitad del camino en la medida en que
meditemos profundamente y luego tomemos nuestro rumbo.
Es momento
de pensar en el futuro que se avecina.
Dejar que los pensamientos fluyan al natural y realizar ese plan mental
de todo lo que valdría la pena ver en nuestro caminar. Mientras estemos a mitad del camino
disfrutemos del paisaje y pensemos en esos grandes escenarios que nos esperan
si damos unos pasos más. No importa
cuánto tiempo estemos detenidos sino con cuánto impulso salimos a retomar el
camino de la vida.
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