Cada
momento de la vida es una etapa importante de nuestra historia que según vamos
caminando se va redactando. Todo
instante por más pequeño que sea tiene su razón de ser. La vida se compone de toda una serie de
procesos con los que tenemos que aprender a lidiar de la mejor manera posible.
Los
procesos son esos cambios que provocan un rumbo distinto al que teníamos
trazado en mente. Hoy podemos estar
celebrando la vida como mañana podemos estar viviendo el peor calvario de
nuestra existencia. Los procesos son
así: cambiantes y bien radicales a la
hora de hacer entrada a nuestra historia.
Algunos de estos cambios nos llenan de miedos, incertidumbres y hasta
desesperación ya que no sabemos lo que nos espera hasta que hayamos dado esa
cierta cantidad de pasos que nos muestran a cabalidad el proceso. En momentos como este es que debemos confiar
en nuestra voz interior, esa voz que nos expresa que debemos seguir hacia
adelante sin importar las dudas que carga nuestra mente.
La vida no
es una travesía fácil. Siempre van a
existir esos tropiezos que nos sacarán de carrera pero todo es parte de la
vida. De cada momento se aprende de todo
un poco. Los procesos nos preparan para
ser personas más fuertes y hasta más valiosas de lo que somos hoy día. Aquí es cuando nuestra Fe se pone a prueba
para ver si somos capaces de enfrentar con optimismo la difícil realidad o si
optamos por refugiarnos en la oscuridad que tanto daño causa a nuestros
corazones.
Los
procesos nos transforman ya que este es el momento de autoanalizarnos y no
preguntarnos el porqué de este proceso sino para qué nos sirve este
proceso. La mente va disipando esas
lagunas de dudas para así dar paso a esos pensamientos lógicos que tienen las
respuestas a todos los procesos que estamos viviendo. Este es el momento clave para pensar en todo
lo que se ha realizado e ir decidiendo los pasos futuros. Hay que recordar que debemos mantener un
balance ante los eventos que nos suceden para que sean menos procesos dolorosos
y más los momentos que queden recordados para la historia. Cuando no permitimos que dichos procesos nos
afecten es cuando podemos expresar con gran emoción que aprendimos a sobrevivir
ante ellos. Nunca olvidemos que los procesos
llegan de cualquier forma ya sea de manera esperada o improvisada. La vida es todo un proceso y gracias a ellos
es que tenemos una historia para contar.
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