La vida se basa en todo tipo de momentos. Diría yo que esos momentos son bien difíciles de explicar en una sola palabra. Cada uno de ellos se vive más allá de la palabra momentos. Cuando estos recuerdos vienen a nuestra mente los volvemos a revivir de manera real como si estuviéramos viendo una película por segunda vez. Son sucesos que nos dejan sin aliento y llenan nuestra alma de vida y regocijo. Muchos de ellos no se planifican, simplemente suceden y otros se dan tal y como los habíamos visualizado en la mente. De cada momento de calidad siempre salen eternas historias que se convierten en gratos recuerdos. Esas memorias son las que el corazón va a elegir entre todos los eventos que han pasado y las conservará allí de por vida.
Nadie está exento de esos momentos de calidad. Algunos de ellos nos dan lecciones y otros una inmensa felicidad que dura por siempre. En la alegría es que debemos enfocarnos ya que de allí es que nacen las mejores historias de nuestras vidas. Cuando pasamos el tiempo en buena compañía es aun mejor porque cada persona le da su toque distinto y a su vez provocan que nuestros días sean unos más espectaculares. Ya sea en familia, con amigos, con personas que conocemos en nuestro diario vivir o hasta en nuestra propia soledad tenemos ese chance de disfrutar de estos momentos de calidad.
Disfrutemos de esos momentos tal y como vienen. Vamos a olvidarnos del mundo para así concentrarnos en lo que es verdaderamente importante: el tiempo de disfrute, ese momento memorable que se vive y las personas que nos acompañan en ese día. Aparte, hay que aprovecharlos mientras los tenemos a nuestro alcance ya que no tenemos la certeza de cuándo los volveremos a vivir. Ningún momento se parecerá al otro ya que cada uno de ellos equivale a instantes grandes y únicos en su clase. Los momentos de calidad son las huellas de nuestro vivir así que aprovechemos a plenitud cada uno de esos instantes.
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